sábado, 20 de julio de 2013

Tito no se retira, se concentra para ganar


Por Emilio Pérez de Rozas

PODRÍAMOS HABLAR de tantas cosas ¿verdad? y, sin embargo, solo tenemos dolor. Dolor, incertidumbre, rabia porque no sabemos, ni podemos, mostrar nuestro cariño. Ni siquiera en la era de las redes sociales se ha inventado una manera de que alguien se sienta querido por nosotros con simplemente apretar una tecla. Sirva, al menos, esta página.
Cuando el presidente del Barça, sin escudo en la solapa de su americana, interrumpió sus vacaciones, las mismas que inició con una entrevista televisada, para anunciar lo que nunca quiso anunciar y aseguró que el Barça, todos, superarían también este trago, pensé que no era el momento del Barça, sino el de Tito Vilanova y los suyos. De ahí que me hiciese una ilusión desproporcionada, tremenda, brutal leer (porque me lo dijo mi hijo mayor, yo no tengo twitter) que Adrià Vilanova, el joven central de la cantera, había retuiteado el mensaje del creativo Risto Mejide, que decía: “Tito no se retira, solo se concentra para el partido más importante de su vida”.
Entendí que el club, que quería esperar al regreso del chaval de Nueva York para comunicar la situación de su entrenador, se adelantase al ciberespacio, a la rumorología, al caos, a las primicias y convocase una conferencia de prensa sin preguntas, entre otras cosas porque la mitad de esas cuestiones no tienen respuesta y la otra mitad se contestarán, probablemente, con mayor acierto esta semana, cuando anuncien el nombre del nuevo entrenador.
Me gustó, me encantó, ver, por vez primera en mucho tiempo, a Andoni Zubizarreta vestido con el uniforme de trabajo del Barça. Fue, creo, una hermosa y sentimental manera de homenajear al técnico, al amigo, en la presidencia de un acto en el que, también fue gratificador, reconfortante y maravilloso ver a toda la plantilla, ayudantes y cuerpo técnico. Porque, sea cual sea la decisión sobre quién ocupará el banquillo azulgrana, de nuevo la responsabilidad, a la hora de arropar a Tito y de sacar adelante la entidad, recae, cómo no, en los que lucen su uniforme. Y, en ese sentido, llamaba la atención el enorme tamaño del escudo que `Zubi¿ lucía sobre su corazón. Por algo será.  

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